La Fiscalía
investiga al exalcalde de Barcelona, Xavier Trias, por pagar bajo mano más de
5.000 euros al mes a una inmobiliaria por dejarse ocupar el local de un banco.
Era el año 2015 y ni el alcalde convergente ni nadie por el ayuntamiento condal
querían jaleo. Llevaban desde el 2011 los okupas y aquello era como una
victoria de los indignados. La actual alcaldesa Ada Colau paralizó el pago, con
un sarpullido de legalidad, y la propiedad pidió la intervención policial para
restituir sus derechos sobre el inmueble. Los mossos actuaron sin miramientos
el lunes y han desalojado el edificio, como mandató un juez. Ahora Colau pide
paciencia a los vecinos y mano izquierda a la policía catalana. A buenas horas.
Hubiera sido recomendable negociar un poco antes de montar semejante lío,
porque no será ni la primera ni la última vez en la que la alcaldesa sufra de
sus propias contradicciones, y dos cosas a la vez no se puede: el hombre
borracho y el vino en la cuba. A lo mejor castigan a Trias, pero mientras hubo
perversión hubo paz. Cosas del sistema. De este sistema.
No es la primera ni la última contradicción,
pero puede caerte encima.
pero puede caerte encima.
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