La puesta en escena de Iglesias y Garzón en la Plaza de Sol seguro que fue idea del primero. Es un experto en ofrecer una imagen de amigo de toda la vida, de entrañable primo carnal, tanto en la televisión convencional como en las redes sociales. Iglesias resuelve muchas cuitas políticas a través del abrazo con palmadas dorsales incluidas, es lo que se llama un abrazafarolas, y le funciona bien. También tenemos que si la cosa promete gran audiencia pasa al beso en los morros, aunque mantiene el formato mejilla para actos de menor calado. Los soviéticos fueron siempre muy aficionados. El roce hace el cariño, antes de que los militantes vayan a votar. Y el caso es que ambos líderes muestran sonrisa amplia, franca y sincera.
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