Solo disfruta Rajoy, y poco rato, visto lo visto de la posición inamovible de los partidos. Tanto Sánchez como Rivera van a sufrir de lo lindo en las próximas semanas. Así como Iglesias y los suyos andan todavía sin sentir el dolor, medio noqueados tras el fracaso y el trompasso, el socialista y el centrista van a ser sometidos al tercer grado por propios y extraños. En el PSOE no dejan de tocarse las barbas los unos a los otros sin parar, y con motivo de su estrategia en la próxima investidura volverán a tirarse de los pelos.
Rivera, por su parte, será objeto de llamada de quien sea menester, incluido el IBEX 35, y ya ha empezado a meterse en salva sea la parte aquello de que nada de nada con un gobierno presidido por Rajoy. Su interés en cobrarse la corrupción mediante la limpieza del presidente del Gobierno va a tener que posponerse porque la mayoría de los españoles ha pasado olímpicamente de los sobres y corruptelas varias, todo para tener un gobierno fuerte que les deje en paz cuatro años y no les obligue a volver a votar. A lo más que podrá aspirar es a pedir su ley de educación y la reforma de la ley electoral. Con un canto en los dientes si salieran las dos cosas.
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