La consecuencia más importante que puede extraerse del debate a cuatro de esta campaña electoral es que los principales partidos políticos se han enrocado en su posición, ya manifestada en la fallida formación del gobierno tras el 20-D. Parece que nadie se ha movido de su casilla, y solo cabe esperar que el PSOE vuelva a ganar a Podemos o que Podemos adelante por la izquierda a los socialistas tras la cita del 26-J. Ese el dato, puesto que Rajoy volverá a ser la fuerza más votada y Ciudadanos le tiene la medida cogida con la corrupción.
Y ahí es donde entra la posición de catalanes y vascos. Otra vez y como siempre resultó, incluso en la transición, los dos territorios serán claves para sacar la legislatura adelante. Se lamente o no, su peso específico es enorme y seguramente determinarán la balanza entre centro-izquierda, centro-derecha. El caso es que en estos momentos, los catalanes están noqueados por sus propios problemas y la CUP, y los vascos están dedicados a gobernarse con tranquilidad después de tantos años de guerra, aunque miren de reojo a los podemitas. Es una suposición, claro, mientras no se pronuncien las urnas, pero no sería de extrañar que acertemos salvo sorpresas de última hora que tumben a cualquiera de los cuatro del debate. ¿Apostamos?
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